miércoles, 2 de octubre de 2013

Entrevista a Rafael Abad, profesor del GEAO en la Universidad de Sevilla

El profesor Abad, durante una conferencia
este agosto en Tokushima.
Hace ya bastante tiempo antes de comenzar este verano que nos deja, Rafael Abad, profesor del Grado de Estudios de Asia Oriental (GEAO) en la Universidad de Sevilla, accedió a que le realizase una entrevista para el proyecto que estaba desarrollando para mis estudios de bachiller y que se ha materializado en este blog.

El profesor Abad es una persona con una enorme experiencia en el ámbito académico. Estuvo ocho años (2002-2010) viviendo en Japón, la totalidad de ellos investigando en la Universidad de Hokkaido.

Su especialización es la Prehistoria japonesa, campo en el cual es doctorado por la Universidad de Hokkaidô. Al terminar su doctorado, por diferentes motivos que veremos en la entrevista, tuvo que regresar a Sevilla. 

A los pocos años de su vuelta, se creó el Grado de Estudios de Asia Oriental en la Universidad de Sevilla, donde actualmente es profesor de japonés. Igualmente su deseo es poder entrar en el departamento de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla en un futuro, para poder enseñar en su especialización.

Además durante este pasado mes de agosto, ha realizado una investigación centrada en los descubrimientos del antropólogo y arqueólogo Torii Ryûzô (1870-1953) en Tokushima.

El profesor Abad es una persona reconocida en su campo en Japón y actualmente sigue publicando diferentes artículos en Prehistoria japonesa en instituciones de ese país.

Os animo a invertir unos minutos en leer esta entrevista, ya que si estáis interesados en estudiar en Japón, la Prehistoria japonesa, además de otros muchos temas relacionados con la experiencia del profesor Abad que se tratan en esta entrevista, os va a resultar muy interesante.

El pabellón Furukawa de la Universidad de
Hokkaido.

Breve resumen de la trayectoria del profesor Abad:

Rafael Abad se licencia en 2001 en Historia por la Universidad de Sevilla. Ese mismo año consigue una beca del Ministerio de Educación Japonés (Monbushô) para estudiar en Japón. 

En abril de 2002 llega a Sapporo como alumno-investigador o kenkyûsei. Al terminar su etapa de kenkyûsei accede al máster oficial en la Universidad de Hokkaidô, y en el segundo año redacta una tesis en completo japonés. 

En 2006 comienza el curso de doctorado, que terminaría en 2009 obteniendo el título de Doctor en Humanidades. Para ello estuvo obligado a presentar dos tesinas, aparte de la tesis doctoral, defendidas en japonés ante un tribunal formado por profesores japoneses.

Teóricamente Rafael Abad puede ejercer como profesor de Universidad en Japón, pero según sus propias palabras, en la actualidad la situación académica es muy complicada en este país, sobre todo en el ámbito de las humanidades. En las últimas décadas el valor del título de doctor ha descendido considerablemente, y la posesión del título no garantiza encontrar un puesto universitario fácilmente.

Al terminar el doctorado, estuvo un año como investigador posdoctoral en la misma universidad, pero no pudo encontrar trabajo en Japón, y en marzo de 2010 tuvo que volver a España.

Según él, tuvo la “fortuna” de poder residir en este país asiático durante muchos años investigando, que es su verdadera pasión. Pero, al mismo tiempo, el ambiente de la universidad no era necesariamente favorable, y las relaciones con los profesores y el alumnado, con excepciones, no resultaron muy “motivadoras”.

Entonces tuvo que entender su situación como becario y que la filosofía de la beca es que vuelvas a tu país una vez finalizada la investigación, ya que el último objetivo no es que te quedes en Japón, si no servir como puente de unión entre ambos países. Para Rafael Abad, volver a España, ha sido volver a un país extranjero.

Y aunque a Rafael Abad no le guste la palabra “destino”, da que pensar que el profesor Abad haya vuelto y se haya inaugurado el Grado de Estudios de Asia Oriental.

- Rafael, fuiste a Japón gracias a una beca del Monbushô (el Ministerio de Educación japonés), y estuviste ocho años en Sapporo. Ahora que además eres profesor del GEAO, ¿ves más fácil el acceso a estudiar a Japón?; 


En principio sí. Obviamente, la creación  del grado ha puesto las bases para que exista una mayor movilidad para estudiar en Japón y en China. Pero sigue siendo difícil, ya que, además de contar con el apoyo e la universidad japonesa, previamente debes poseer conocimientos del idioma y, por supuesto, una buena base económica.

¿Cómo crees que se debería apoyar a los estudiantes del idioma y la cultura japonesa? 


Sé que hay alumnos del grado de Estudios de Asia Oriental que van a ir a Japón con una beca durante seis meses. Es cierto que el importe de la beca es bastante reducido y a todas luces e insuficiente para cubrir las necesidades básicas en un país como Japón. Sin embargo, si lo comparamos con la situación de hace 20 años, se ha mejorado sustancialmente.

En mi caso, tuve que esperar a terminar la licenciatura para ir a Japón (esto significaba “aguantar” 5 años hasta completar los estudios en España). Por ello, hay que valorar positivamente que la Universidad de Sevilla proporcione becas mientras todavía son estudiantes. Eso sí, creo que sería recomendable que se aumentase la dotación económica, aunque ello suponga reducir el número de becarios.

Figura del período Jômon

- Antes de ir a Japón, te habías licenciado en historia por la Universidad de Sevilla. ¿Tenías previamente un interés por la Prehistoria japonesa, o surgió una vez en Japón? 


El interés lo tenía de mucho antes, aunque no sabría decirte el momento exacto. El caso es que hay algún momento en mi adolescencia en el que me encuentro con el mundo de la Prehistoria japonesa, tan mal conocido en Occidente. Aunque hay muy poca bibliografía en español, en la medida de lo posible fuí estudiando y avanzando por mi cuenta .

Ahí confluyeron mis estudios en la universidad de Sevilla, Historia y Arqueología, y mi interés por la Prehistoria japonesa. Y tuve la idea de presentar un proyecto sobre Prehistoria de Japón, para obtener la beca del Monbushô.

¿qué es lo que más te llama la atención dentro de la prehistoria japonesa?


Dentro de la historia japonesa, existen cuatro grandes bloques de estudio: estudios paleolíticos, cultura jômon, cultura yayoi y cultura kofun. De estos cuatro, lo que más me atrae personalmente es la cultura jômon, que estuvo protagonizada por grupos de cazadores y recolectores, pero con un alto grado de sedentarismo. Generalmente, cuando hablamos de prehistoria, mucha gente pensará en grupos de cazadores nómadas corriendo detrás de mamuts y otros grandes mamíferos, pero en el caso de la cultura jômon, nos encontramos con sociedades sedentarias, que tenían ya una vinculación concreta con determinados territorios y paisajes, y con una de las cultura cerámicas más antiguas del planeta (ahora mismo, los fragmentos más antiguos descubiertos en Japón tienen 16 mil años de antigüedad)

Gordon Childe, uno de los grandes prehistoriadores occidentales del siglo XX, decía que la aparición de la cerámica había supuesto el primer cambio químico logrado por el ser humano. Y este cambio tuvo muchas implicaciones, no sólo en el ámbito material, sino también en el social, mental, espiritual... La cerámica obliga a estar vinculado a un territorio (ya que se rompe fácilmente cuando se transporta; por ejemplo, los pueblos nómadas no suelen tener cerámica), además de cambios en la dieta (permite cocinar alimentos que antes no se consumían) y también produce cambios sociales, al generar un espacio de contacto y comunicación en torno a la “cocina”

En definitiva, la cultura jômon llegó a alcanzar un un nivel material muy parecido al de las primeras comunidades agrícolas en el Próximo Oriente, pero a través de una vía completamente diferente.

Has residido ocho años, al norte de Japón en Sapporo, Hokkaido. Para muchos Sapporo puede ser una ciudad menos conocida. ¿Con qué te quedas de Sapporo? ¿Por qué recomendarías visitar Sapporo? 


Parque Odori, imagen representativa de Sapporo.
Es una ciudad a la que resulta fácil adaptarse, con una población que roza los dos millones de habitantes, que -aunque desde nuestra perspectiva puedan parecer muchos-, desde la óptica japonesa resultan pocos. Además, es una ciudad reciente, creada en el siglo XIX, y la zona central está dividida en manzanas, como un tablero de ajedrez. Tras vivir dos o tres meses, uno puede tener la sensación de que lleva viviendo allí desde hace un par de años. Además, sólo hay 3 líneas de metro, lo que facilita enormemente las cosas cuando uno tiene que moverse.

También tuve la sensación de que su población era bastante abierta. Por ejemplo, Hokkaidô tiene una de las tasas de divorcio más altas de Japón, y este fenómeno tiene un origen histórico. Mientras que en otras zonas de Japón más tradicionales, el matrimonio no es simplemente un tema que se decida entre personas, sino entre familias, en Hokkaidô el individuo tiene mayor libertad, no siente tanto el peso y las ataduras de la sociedad tradicional.

Y yo como gaijin, como extranjero, tampoco me he sentido rechazado.

Algo que llama la atención sobre Sapporo, es que su clase política es la mejor valorada de Japón, además de gobernar un candidato independiente. ¿Es diferente la conciencia política de esta zona a la del resto de Japón?


La verdad es que no controlo la situación política de Hokkaidô, pero es probable que el grado de conciencia política sea mayor que en otras partes de Japón, porque hay cuestiones obvias que afectan a la vida diaria, como el hecho de que el Shinkansen no llegue a Sapporo -traer los trenes de alta velocidad a Hokkaidô es una de las grandes reivindicaciones históricas de la isla-. Vamos a ver qué pasa... 

Supongo que esos resultados tan diferentes se deben a que la mentalidad de los habitantes de Hokkaidô y la del resto de Japón no es exactamente la misma. Hokkaidô responde a una dinámica distinta, y es evidente que la clave para comprender este fenómeno se encuentra en la historia. Hay que recordar que la población actual de la isla procede de diversas regiones de Japón, y especialmente en el siglo XIX las condiciones de vida no eran especialmente fáciles. Por ello, el grado de concienciación política puede que sea más alto.

En Hokkaido se encuentran los ainu, la población aborigen de la isla, que tiene su propia lengua y forma de vida. En breves palabras, ¿cómo definirías a los ainu?


No es una pregunta fácil de responder. En la actualidad el gobierno japonés solo reconoce dos tipos de ciudadanos en Japón: japoneses y no japoneses (extranjeros). Y los ainus son, a efectos legales, ciudadanos japoneses: reciben una educación japonesa, hablan japonés, tienen su pasaporte japonés... aunque muchos de ellos mantienen una conciencia étnica propia. Sin embargo, por ejemplo, cuando discutimos sobre los ainu desde un punto de vista antropológico, el término que se aplica a la población históricamente reconocida como “japonesa” es “wajin”. Es decir, desde un punto de vista académico, antropológico y arqueológico, hablamos de “ainu” y “wajin”, reconociéndolos como dos entidades históricamente diferentes.

Cuando mucha gente escucha la palabra “ainu”, les viene a la cabeza una imagen tradicional, de cazadores y recolectores ataviados con antiguos ropajes o incluso de “hombres de la Edad de Piedra”. Pero lo cierto es que la cultura ainu en un sentido tradicional, así como los modos de vida asociados a esta cultura, desaparecieron hace mucho tiempo, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX.

Por otra parte, la cultura ainu surge en Hokkaidô de una forma visible hacia los siglos XII ó XIII d.C.. Lo que hay antes de eso, son otras culturas diferentes, que han sido bien definidas desde el punto de vista arqueológico.

Ceremonia tradicional ainu.
A muchos nos puede parecer que su forma de vida no es propia del s. XXI y lo pueden usar como atractivo turístico. ¿Qué queda realmente de la cultura ainu?

La cultura ainu, en un sentido tradicional, ya no existe. Pero pervive la conciencia étnica del pueblo ainu, que ha logrado conservar diferentes aspectos de sus tradiciones materiales y artísticas, así como el lenguaje (aunque éste no sea usado a nivel cotidiano). Como he dicho antes, en la actualidad los ainu son ciudadanos japoneses, integrados en la sociedad japonesa. Sí es verdad que en determinadas regiones de la isla existen ciertas ciudades con un porcentaje significativo de población ainu, en donde sus lazos son más fuertes, así como “aldeas” convertidas en unas especies de “parques temáticos”, pero que nadie piense que son “reservas”, al modo de las reservas indias en los Estados Unidos de América. Los ainu, en tanto ciudadanos japoneses, tienen la misma libertad que otros ciudadanos. Es verdad que en algunas ceremonias puede verse a miembros de la etnia ainu con ropa tradicional, pero, una vez que la ceremonia termine, se cambiarán y se vestirán con ropa occidental, igual que el resto de los japoneses, y seguirán con su vida diaria.

No resulta sencillo aproximarse a la cultura ainu desde un punto de vista académico, y existen diferentes enfoques: arqueológico, antropológico, lingüístico, etc. Pero tengo que insistir en cualquier caso que la cultura ainu tradicional ya no existe.

Desde el año 2011, tenemos en la Universidad de Sevilla el grado de Asia Oriental, del cual eres profesor de japonés. ¿Qué beneficios trae el grado a nuestra ciudad?


Lo primero de todo, hay que recordar que, no solamente en Sevilla, sino que en Andalucía hemos tenido -y tenemos- grandes figuras dentro de los estudios asiáticos: Antonio Cabezas, Fernando Rodríguez-Izquierdo, Fernando García Gutiérrez, Virgilio Carvajal... Lo que pasa es que siempre nos ha faltado apoyo institucional, y durante mucho tiempo no se llegó a dar el último paso que permitiese el establecimiento de los estudios asiáticos en el ámbito académico.

La creación del grado supone, por fin, el reconocimiento oficial a una serie de intereses que tiene la sociedad sevillana y andaluza hacia la cultura del Asia oriental. Por fin se ha logrado superar esa mirada, según la cual el interesado en la cultura del Asia oriental era un “otaku”, un especialista en “cuestiones esotéricas” que solamente interesaban a unos pocos (porque a los expertos en cultura asiática se nos había tratado como “otakus” o “frikis”). Más vale tarde que nunca, pero finalmente se nos ha tomado en serio.

Es evidente que la universidad ha tardado años, décadas, en darse cuenta del interés que existía hacia Asia. Y de hecho, cuando volví aquí en el 2010 y escuché los rumores, no creí que realmente se fuese a crear el Grado de Estudios de Asia Oriental. Y aunque soy consciente de la problemática actual del Grado, es mucho mejor que exista, antes que volvamos a la situación de hace 10 o 20 años.

¿por qué un futuro estudiante debería elegir este grado?

No soy nadie para decirle a un alumno lo que tiene estudiar. Son los alumnos los que deben elegir. El propio alumno tiene que decidir qué va a hacer, porque eso determinará su futuro. Si uno desea dedicarse a la historia, que se vaya a estudiar a la facultad de historia. Sin embargo, si tiene un interés amplio, no sólo en la historia, sino también en la sociedad, la cultura, la filosofía, etc. de Oriente, mejor que venga al Grado de Estudios de Asia Oriental, y después se especialice en una rama concreta del conocimiento.

En el Grado de Estudios de Asia Oriental va a adquirir una formación en estudios asiáticos que no lo va a adquirir en otro sitio, y esto es válido no sólo a nivel de Sevilla o Andalucía, sino de toda España, porque el Grado de Estudios Asiáticos como tal sólo existe aquí. Pero claro... el grado dista mucho de ser perfecto. Por ejemplo, no existe biblioteca, y la formación de parte del personal docente deja mucho que desear. 

Antigua sede del Gobierno de Sapporo.
Como profesor de japonés, ¿Por qué animarías a nuestros lectores a estudiar el idioma?

Al igual que te he dicho antes, no soy partidario de obligar a nadie a estudiar algo. Primero, tú tienes que estudiar algo que te gusta, si no, se convertirá en algo farragoso y detestable. No creo que se pueda esperar nada bueno de la filosofía “la letra con sangre entra”.

Yo les digo a mis alumnos que el idioma no es sólo un idioma, no es sólo un conjunto de palabras, sino una herramienta que te permite abrir una puerta, que te permite acceder a una sociedad, una cultura, una psicología diferente a la de tu país de origen.

Aquí entramos en una “disyuntiva”. Si alguien me dice “yo quiero estudiar japonés”, yo le pregunto “¿hasta dónde quieres ir? ¿Se trata de una afición, de un hobby de solo un mes, o es algo que te planteas a largo plazo?”. En las asignaturas existe un programa, y se enseña conforme a ese programa, pero lo que produce una diferencia real al final del curso no es el X que se ha enseñado en clase, si no el “más uno”, el “más dos” o el “más tres” que cada uno aporte en su tiempo libre.

El idioma es una “inversión” -aunque no me guste esta palabra-, es decir, te va a devolver algo dependiendo del tiempo “sacrificado” o “dedicado”. Puede que a alguien no le guste lo que digo, pero yo lo veo así. Y el idioma, si lo has estudiado “bien” (que no es lo mismo que estudiar “mucho”), al final te proporciona una satisfacción personal que no vas a adquirir de otro modo. Por ejemplo, la satisfacción que yo siento leyendo un texto en japonés escrito hace 100 años, no la puedo transmitir con palabras.

En agosto he estado en Tokushima, investigando con una beca de la Fundación Japón, y si yo no tuviese ese conocimiento del idioma japonés acumulado desde hace años, ni me hubiesen dado la beca ni hubiese podido realizar la investigación. Es muy sencillo. Que nadie piense que va a poder comunicarse en japonés estudiando una hora al mes.

Algunos de los estudiantes del GEAO, se quejan de que parte del profesorado no está especializado en Asia Oriental. Primero, ¿es esto cierto? Si así lo fuese ¿Por qué la US no busca a expertos en Asia Oriental, como tantos tenemos en nuestra comunidad? 


No es que lo piensen, es que hay parte del profesorado que no es especialista en el Asia Oriental, y eso no es ningún secreto. Basta con buscar en internet el perfil de los profesores que están dando clase en el grado.

Es evidente que aquí han confluido dos factores. Primero, la crisis económica, que impide que la Universidad contrate a nuevos profesores. Yo mismo estoy trabajando aquí con un contrato de sustituto interino (y un sueldo digno del tercer mundo), porque ahora mismo es el único tipo de contrato que da la Universidad. Además, la tasa de reposición impuesta por el gobierno central sólo permite contratar a un profesor por cada diez que se jubilan.

Pero a ello hay que sumar la endogamia, la opacidad y el nepotismo que durante décadas han caracterizado a las universidades españolas. Todo está montado para que el trabajo quede “en casa”, y resulta muy difícil contratar a especialistas que se hayan formado fuera.

Además, a pesar de que en Sevilla contamos con expertos como los profesores Rodríguez-Izquierdo y García Gutiérrez, me consta que todavía no han sido invitados a dar siquiera una conferencia, hecho que no habla muy a favor de la dirección del centro en donde se ubica el grado. Espero que la situación cambie en los próximos meses. 

Por otra parte, tengo que decir que la motivación de los alumnos del grado no la he visto en otras facultades. Hay alumnos muy preparados, que ya han estado en Japón, que llevan años estudiando japonés, y son ellos, sin ninguna duda, el verdadero motor del grado.

Actualmente podemos encontrar en internet, una cantidad inmensa de blogs sobre Japón, de temática varia desde manga-anime, pasando por historia y cultura, hasta llegar a anuncios de televisión. 

Imagen de la Estación de Sapporo recogida en
el blog del Profesor Abad, Postales desde Sapporo.

Rafael, ya que también te embarcaste en la aventura de los blogs con Postales desde Sapporo. ¿Por qué decidiste crear un blog? 


Más que nada era un homenaje a Sapporo, la ciudad que me acogió durante ocho años, una forma de darle las gracias a una ciudad tan poco conocida en occidente y en el mundo de los blogs.

¿Consideras que los blogs están ayudando a que más gente se vea interesada por la cultura japonesa?


Sinceramente, no lo sé. Creo que aquel que tiene interés por algo, lo va a satisfacer como pueda. Hace treinta o cuarenta años, con libros y revistas. Y ahora, a través de internet y los blogs. Cada blog es un mundo, y todo depende de la mirada de quien lo escriba. Pero me consta que hay algunos que pueden dar una imagen distorsionada de Japón, que no reflejan necesariamente la vida “real” de los japoneses, y que sólo se fijan en cuestiones anecdóticas o escabrosas. También tengo que admitir que me molestan mucho ciertas fotografías hechas a japoneses, como si se tratase de animales. Me parece una enorme falta de respeto hacer fotos sin pedir permiso y publicarlas luego tal cual en internet. Tener una buena cámara no te da derecho a ir haciendo fotografías de las personas como si se tratase de animales en un zoológico.

También te he encontrado en la página académica academia.edu ; una iniciativa para que académicos compartan su trabajo. ¿Qué te parece esta herramienta?

Es una especie de Facebook para profesores, investigadores y alumnos. Y es una red social extraordinariamente útil, que te permite conocer a investigadores con los mismo intereses pero viviendo en países completamente diferentes. Además, puedes saber conocer cuáles son tus trabajos más leídos y a través de qué palabras claves te encuentran otros autores. Se la recomiendo a alumnos que se planteen seriamente seguir por el camino de la investigación.

Espero que hayáis disfrutado de esta entrevista ya que tanto la explicación, como la opinión del profesor Abad, que aparte de ser sumamente clara y contundente, vienen desde una gran experiencia y en perspectiva de la situación actual de los estudios japoneses.

Además aprovecho para agradecerle al profesor Abad su participación y desde aquí quiero desearle la mayor suerte posible en sus futuros proyectos.

Todas las fotografías de la ciudad de Sapporo presentes en esta entrada han sido tomadas por el profesor Abad. 

1 comentario :

  1. Magnífica entrevista.
    Felicidades al entrevistador y al entrevistado.

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